Desde que tengo uso de razón fui poseedora de una gran sensibilidad y la capacidad de percibir energías y estados de ánimo de otros. De niña me complicó un poco esta habilidad ya que no sabía cómo discriminar estas energías, ni tampoco identificar si eran mías o del entorno.

De adolescente sabía que quería ser un aporte al mundo, tenía la certeza de que mi existencia tenía que ser significativa.

En ese mismo período estaba convencida que tenía déficit atencional, creencia que cambió cuando años más tarde conocí la Programación Neurolingüística y descubrí que mi registro dominante era lo corporal, esto me ayudó a entender por qué la sensibilidad era tan fuerte en mí.

  

Al terminar el colegio, decidí estudiar traducción Inglés- Alemán en la Pontificia Universidad Católica en Santiago, lo que implicó salir de Temuco y de los referentes que me resultaban conocidos. Si bien ya había vivido un tiempo en Alemania, donde siempre me sentí muy cómoda, llegar a una ciudad tan grande y con tanta gente implicó descubrir recursos emocionales y relacionales que hasta entonces no estaban en mi repertorio.

Paralelo a la universidad tuve la oportunidad de explorar diferentes mundos. El del hatha yoga- en ese entonces en Santiago había solo dos escuelas de yoga- y el de dar clases a niños que necesitaban refuerzo en idiomas. Después vino la danza contemporánea, también incursioné en otros idiomas y filosofía oriental.

Después de obtener mi título de traductora, trabajé por más de diez años free lance en el Teatro Municipal como traductora y principalmente como intérprete en los montajes de óperas, ballets y también conciertos. Ahí surgieron los primeros atisbos de esta habilidad para escuchar a otros y asistirlos a la hora de presentarse los conflictos. Mi tarea incluía estar todo el día al lado del director de escena, técnico o diseñador. En varias oportunidades hubo diferencias casi irreconciliables entre ellos y el personal o administración del teatro. Hubo gente que quiso dejar el trabajo e irse de vuelta a su país. Escucharlos, entender sus motivaciones e intenciones y tratar llegar a acuerdos con los locales fue una parte importante de mi labor.

También fui parte del Departamento de Traducción de la División de Documentación y Publicaciones de la Cepal como referencista, paralelamente combinaba el trabajo en el teatro y la traducción para diferentes empresas y particulares.

Gracias a mi condición free lance, también incursioné en el turismo. Trabajé como guía de una agencia de pasajeros vip y como recepcionista de un prestigioso hotel en Pucón. Y siempre se daba lo mismo, sin saber cómo, las personas terminaban contándome sus historias personales.

En el trayecto conocí a Douglas Tompkins y me convertí en su Asistente Personal, esto fue en los inicios de su proyecto de conservación en Chile. Con él tuve la posibilidad e interactuar con muchas personas con diferentes formaciones y orígenes. Gran parte de mi trabajo tenía que ver con resolver situaciones y coordinar voluntades. Fue una gran escuela para mí el interactuar con él tan de cerca.

Después vinieron proyectos con Rodrigo Jordan. Me incorporé a su equipo apoyando en la coordinación del proyecto K2, que involucraba desde las visas de los miembros del equipo, hasta organizar la comida, pasando por todo lo que implica llevar un equipo de montañistas a un país como Pakistán.

Luego me ofrecieron asumir como Encargada de Desarrollo de Proyectos de la Facultad de Educación en la Pontificia Universidad Católica de Chile donde colaboré estrechamente con la puesta en marcha de la Reforma Educacional del año 98. Era un proyecto que tomé como un desafío, por lo distinto de las líneas que venía desarrollando a nivel laboral. Aquí tuve la oportunidad de conocer con mayor profundidad las necesidades de los profesores. En su mayoría, más que especialización en el área, pedían herramientas para manejarse en la sala de clases, con los apoderados y con sus propios pares. En definitiva, habilidades blandas y recursos para potenciar su personalidad.

Posteriormente retomé la veta conservacionista, esta vez a cargo de la coordinación en Chile de la “Red de Bosques Templados” dentro del Proyecto Gondwana, desarrollado Defensores del Bosque Chileno, junto a Adriana Hoffmann y Malú Sierra. Luego asumí las Comunicaciones Internacionales, representando a la organización en diferentes comités y reuniones dentro y fuera del país, además de estar a cargo del fundraising para la organización. Todas estas actividades implicaban viajes, en su mayoría fuera del país, lo que me permitió conocer lugares increíbles, además de personas maravillosas y muy entretenidas con estilos de vida muy variados.

              

Para darle más forma a todo lo que había ido aprendiendo en el trayecto en los distintos lugares donde había trabajado, decidí tomar un Magíster en Gestión, en este caso enfocado en la Cultura, por lo que fui combinando mi trabajo con el estudio en Barcelona.

 

Fueron años de muchos desafíos a nivel personal, muchos viajes, de relacionarme con mucha gente, sobre todo extranjeros, quienes me aportaban nuevas miradas, estilos de hacer las cosas y principalmente de relacionarse con otros que era lo que más me llamaba la atención.

Paralelo a mi trabajo en Defensores, empecé a incursionar en talleres de glándula pineal, hipnosis y reiki, hasta que llegué a la Escuela de Psicología Transpersonal- Integral donde conocí la Danza Primal. Ahí me quedé profundizando en mí, a través de las maravillosas herramientas que entregaba la escuela. Hasta que sentí que estaba preparada para compartir todo lo que había madurado acerca del desarrollo personal y el potencial infinito que tenemos los seres humanos.    

   

Cada lugar donde estuve, cada grupo humano con el que tuve contacto, cada vivencia trajo consigo múltiples aprendizajes acerca de mí y de los otros. Muchas veces tuve la sensación de que no había mucha vinculación entre un trabajo y otro, lo que me hizo concluir que andaba medio perdida por la vida.

Sin embargo, el tiempo se encargó de mostrarme que me estaba preparando para entender mejor las necesidades de las personas, y acercarme a ellas desde un lugar mucho más abierto, todo esto con la finalidad de acompañarlos en sus procesos de reconocimiento de las múltiples posibilidades que tiene cada ser y la vida misma.

Con todo este bagaje, me sentí en condiciones de trabajar en un par de empresas consultoras en recursos humanos, ofreciendo talleres y asesorías a equipos para el mejoramiento del clima laboral y desarrollo de habilidades blandas. Aparte de dar talleres abiertos a personas deseosas de profundizar en su desarrollo personal.